Lavaderos de Xallitic, entre leyendas y pasado  

*En el Barrio de Xallitic de la ciudad de Xalapa, sobreviven Los Lavaderos, antiguamente un punto de reunión y hoy un lugar para admirar y evocar recuerdos

Óscar Sánchez

Xalapa, Ver.-  El sonido del agua brotando del manantial natural hace eco en todo el lugar. La sensación de tranquilidad que genera la fuente natural contrasta con las escenas de movimiento y caos de un pasado.

En el corazón de la antigua Xalapa, unos lavaderos de concreto se alimentan de esa agua del manantial del tiempo de la Colonia o del periodo Novohispano; a diferencia del pasado, donde mujeres lavaban ropa, ahora se encuentran en desuso, como un museo viviente.

El transparente líquido brota y a unos cuantos metros, dos hileras de lavaderos del barrio de Xallitic reciben gustosos el agua que mantiene en los recuerdos una tradición de generaciones de xalapeños.

Por las noches de octubre, con la luna llena en su apogeo, surgen figuras fantasmagóricas tallando ropa contra la piedra de los lavaderos, en leyendas de terror que evoca el cronista de la ciudad de Xalapa, Vicente Espino Jara.

Dos cargadores, cuentan los abuelos, llamados Pedro y Hugo caminaban una noche por el Barrio de Xallitic y al acercarse a los lavaderos observaron la figura de una mujer hermosa.

-Mi reina que haces tan solita en ese lugar, no sabes que aquí espantan, le dijeron con el aguardiente en sus entrañas y le susurraron canciones al oído. En esos instantes la niebla bajó, el chipi chipi de la ciudad arreció y un aire helado invadió la zona.

Y fue entonces cuando aquella figura lanzó un grito de dolor: Ay mis hijos, ay mis hijos. Hugo cayó muerto de un infarto  y Don Pedro salió corriendo evocado a La Llorona.

Los antiguos habitantes beneficiados con una porción de tierra con un nacimiento de agua, tenían la obligación de hacer bebederos para compartir agua con el vecindario y así reducir el pago de tributos.

Por eso, las fuentes públicas en antiguas fotografías para consumo doméstico y para los lavaderos pululaban por las ciudades novohispanas  y fue así como surgieron poderosos grupos y verdaderas agrupaciones de mujeres que se dedicaban a lavar ropa y secarla en esos espacios abiertos.

“Había verdaderas organizaciones  de mujeres lavanderas que dejaban la ropa impecable y pulcra, que lo atribuían a las bondades de las aguas”, rememora Espino Jara.

Y fue entre febrero y octubre de 1778 cuando se mandó a edificar la obra civil que conocemos hoy, son la techumbre y los muros para guarecer los lavaderos en una forma de mayor confort .

Era un espacio para dejar ropa verdaderamente pulcra, pero también de convivencia social, porque en las cercanías todo un mundo de comercio para Xalapa y sus pueblos serranos.

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